Como
muchos amigos sabéis, hace unos cuantos años, cuando todavía estaba en la
treintena y aún no peinaba canas, me dio por guardar artículos científicos
"estrafalarios" publicados en prestigiosas revistas de medicina y
otras ciencias.
La idea
nació en una rueda de prensa -creo que iba de menopausia- en las que nos
juntamos unos cuantos compañeros del gremio, no menopáusicos (aún) sino
periodistas.
Al
acabar, un buen amigo, Javier Gracia, explicó que unos investigadores españoles
habían publicado un artículo en el que explicaban el funcionamiento del botijo.
Usando un montón de complicadas fórmulas matemáticas -al menos para mí-
exponían las razones por las que el agua del botijo se enfría o se mantiene fresca
a pesar de estar bajo un sol de justicia capaz de fundir un camello.
Después
de la carcajada general –aunque todo sea dicho, tenía su mérito científico-, empezamos
a recordar otras investigaciones chocantes. Por ejemplo, que los chinos daban
Viagra a los osos panda para animarlos a procrear y, visto que la pastilla solo
actúa cuando hay cierta estimulación, les proyectaban películas pornográficas
¡DE OSOS PANDA! Desde entonces han pasado unos 15 años y sigo sin conocer el
resultado del experimento.
La gran mayoría de la producción científica que se publica en las revistas serias se puede catalogar, valga la redundancia, como seria y rigurosa. Pero existe una pequeñísima proporción de investigaciones que, por motivos diversos, llegan a hacernos sonreír, incluso a veces estallar en carcajadas. En ocasiones resulta risible el tema de estudio, en otras el método empleado para llevarlo a cabo. A veces se trata de artículos pretendidamente humorísticos –es verdad, los científicos también tienen su vis cómica- y a veces son fruto de la cara dura de investigadores que gastan tiempo y recursos en intrascendencias.
La
cuestión es que aquel día nació la idea de recopilar todos los artículos que
pudiera sobre investigaciones curiosas con el fin de escribir un libro y, con
suerte, publicarlo. La intención primera era titularlo “La cara estrafalaria de
la ciencia”, aunque finalmente se tituló “Si Galileo levantara la cabeza” –que tampoco
estaba mal- y fue publicado a principios de 2004 en el sello Ma Non Troppo de
Ediciones Robinbook.
Por
entonces yo trabajaba en una revista de medicina llamada “JANO”, que dejó de
editarse hace unos cuantos años, y donde la idea del libro tuvo continuidad en
forma de sección semanal en la que comentaba los últimos hallazgos de la “ciencia
estrafalaria”. Con el tiempo, aquella sección también se mostró en forma de
blog en la edición electrónica de la revista, pero al final también esta desapareció
y durante bastante tiempo “Si Galileo levantara la cabeza” ha dormido en el
sueño de los justos.
Pero los
artículos científicos insólitos o extravagantes no han dejado de existir. Artículos
que nos llaman la atención por ser en cierto modo antagónicos con la idea que
tenemos sobre la ciencia como disciplina seria, formal y, para buena parte la
gente, incluso aburrida.
Me
picaba el gusanillo de resucitar la tarea que empezó hace tanto tiempo y por fin
me he decidido a que el “Galileo” renazca de sus cenizas, a desempolvar –física
y electrónicamente- todas esas notas que he ido guardando y a recuperar algunas
chorradas científicas sobre las que ya escribí en el libro y en el antiguo
blog. Trataré de que este nuevo blog mantenga cierta regularidad, aunque eso lo decidirán las circunstancias...
Así que,
llegados a este punto, sed bienvenidos de nuevo al mundo de la “ciencia
estrafalaria” con el sano deseo de que os sorprendáis, aprendáis y, de vez en cuando, os echéis unas risas.
Buena idea de Oscar Giménez.
ResponderEliminarLas buenas ideas no caducan! Con ganas de echar unas buenas risas a cuenta de los pandas o de lo que se tercie
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