En el post
anterior dedicado a gente que se traga las cosas más extrañas, prometí que
en algún momento recuperaría para el blog un famoso estudio sobre tragasables.
Pues, dicho y hecho, vamos a por él.
Según el diccionario, un "tragasables" es un
artista circense cuyo número consiste en "hacer ver que es capaz de tragar
objetos punzantes". Sin embargo, la Asociación Internacional de
Tragasables no está de acuerdo con esa definición, pues para ser miembro es
necesario demostrar que uno es capaz -no "hacer ver"- de introducir
por su boca espadas sólidas de acero no retráctiles, con un mínimo de 2 cm de anchura y 38 cm de longitud. Es decir,
solo acepta tragasables auténticos.
Dado que se trata de un arte que desde el punto de vista
médico no había sido convenientemente analizado, el doctor Brian Witcombe,
radiólogo del Gloucestershire Royal
NHS Foundation Trust, y el director de la citada Asociación, Dan Meyer, se
dedicaron a investigar los riesgos para la salud derivados de esta noble
práctica, a partir de cuestionarios contestados por 46 tragasables. Su artículo
apareció publicado en el British Medical Journal
(BMJ 2006;333:1285-1287).