Hace poco más de un mes leí una noticia en la que un
dermatólogo advertía de que la depilación genital incrementa “de forma
alarmante” –según el titular- las enfermedades de transmisión sexual (ETS). La
noticia procedía de una agencia de prensa y en general hablaba de las ETS en el
marco de la celebración del Día de la Salud Sexual en una fecha tan romántica
como es el 14 de febrero. Con un titular tan “alarmante” en sí mismo, no fue
raro que acabara divulgándose en decenas de medios escritos del país.
Debo confesar que me picó la curiosidad y me dispuse a
bucear por las bases de datos de la literatura médica para saber en qué medida
la relación entre la depilación genital y las infecciones u otro tipo de
complicaciones ha sido objeto de estudio.
De entrada, no parece estar del todo claro por qué los
humanos tenemos vello púbico. Existe la teoría de que puede tener algún tipo de
relación con las feromonas, de modo que los pelillos captarían esas sustancias
volátiles que incrementan el deseo sexual en otros congéneres. Solo que tampoco está claro que los
humanos segreguemos feromonas. Otros científicos sostienen que ejerce un papel
protector, especialmente en la mujer, para evitar que penetren en la vagina
microbios y otras partículas extrañas, aunque esto no ayuda a explicar el vello
púbico en los hombres.
En cualquier caso, hay bastantes artículos publicados en
revistas científicas que han estudiado la práctica de depilarse la zona genital
y sus consecuencias, tanto en mujeres como en hombres, a pesar de que Ramsey y
colaboradores, en su revisión sobre el vello púbico y la sexualidad (J
Sex Med. 2009;6:2102-2010), consideraran que se trata de un tema "no suficientemente explorado en el ámbito de la medicina sexual".