La séptima temporada de Juego de tronos ha llegado a su fin y sus fans se muerden las uñas pensando que
hasta 2019 no volverá a las pantallas. Está claro que la serie es todo un
fenómeno. Incluso ya hablé aquí de ella en el post titulado “Las
matemáticas aplicadas a ‘Juego de tronos’”, por cierto uno de los más
visitados de la página.
Por otro lado, en otros posts hemos visto que ni siquiera
los personajes de ficción escapan al escrutinio científico. Prestigiosas
revistas médicas han incluido en sus páginas sesudos artículos sobre la salud
mental de Gollum, de los
personajes de Star Wars o el trastorno
de ansiedad del osito Winnie Pooh.
Pero volviendo a Juego de tronos, hoy no voy a escribir
sobre los efectos del veneno utilizado para cargarse a Joffrey ni a las
quemaduras faciales de El Perro, sino sobre la enfermedad que se inventó el amigo
George R.R. Martin a modo de devastadora plaga infecciosa.
Se trata de la psoriagrís –o ‘greyscale’ en inglés-, una
enfermedad que despertó la curiosidad del dermatólogo Jules B. Lipoff, de la
Universidad de Pennsylvania, que el año pasado publicó un breve artículo sobre
ella en la revista ‘JAMA Dermatology’ (2016;152(8):904).
Aunque en los libros se cita con mayor frecuencia, el autor
del artículo explica que en la serie de televisión solamente se hace referencia
a la psoriagrís en tres momentos de las cinco primeras temporadas, las que él había visto hasta entonces.
Por un lado, es la enfermedad que afecta a la
princesa Shereen, hija del aspirante a rey Stannis Baratheon. La niña de 9 años
presenta, según el Dr. Lipoff, “placas ictióticas –eso significa en forma de
escamas de pez- en un patrón de tipo Blaschkoid –descrito por el alemán Alfred
Blaschko- que afecta solamente al lado izquierdo de su rostro y cuerpo”. Se
explica que adquirió la enfermedad años atrás, al parecer por contagio a través
de una muñeca contaminada, pero que se recuperó y sobrevivió, aunque le
quedaron marcas permanentes en la piel.
Otra de las escenas en que volvemos a encontrarnos con la
psoriagrís en la serie es aquella en la que los llamados “hombres de piedra”
atacan un bote en el que viajan dos conocidos personajes de la serie. Esos
“hombres de piedra” presentan los característicos cambios en la piel propios de
la enfermedad, unidos a “inestabilidad psiquiátrica con conducta agresiva”, nos
aclara el Dr. Lipoff. Haber exiliado a los enfermos a las devastadas tierras de Valyria donde no viven
más personas constituye una forma de cuarentena que “ha detenido de forma
efectiva la aparición de nuevos casos”, añade.
Por último, el caso más reciente conocido es el de Jorah Mormont,
contagiado precisamente en aquel ataque al entrar en contacto piel con piel con
uno de los “hombres de piedra”. La cuestión es que desarrolló una lesión en su
brazo en menos de 24 horas.
A partir de ahí, el autor del artículo saca de su chistera
dermatológica unas cuantas especulaciones. Considera que la psoriagrís es una
evidente evocación de la lepra o enfermedad de Hansen por parte de George R.R. Martin. De hecho, sigue
existiendo temor a esta enfermedad y mucha gente piensa que los afectados deben
ser aislados del resto de la sociedad, como se hizo durante siglos. Sin
embargo, comenta que los rasgos cutáneos de la psoriagrís, muy similares a la ictiosis y
con un patrón en forma de mosaico, no se parecen en nada a los de la lepra.
Por otro lado, al Dr. Lipoff le cuesta pensar en un agente
infeccioso que actúe de forma tan rápida como le ocurrió a Jorah Mormont. La lepra no es tan contagiosa ni se cree que se transmita por contacto
de piel a piel. “¿Tal vez se trata de un virus tan contagioso como el de la
viruela?”, se pregunta.
Prosigue diciendo que la apariencia de la niña Shireen es
más sugestiva de una genodermatosis, tal como un síndrome del nevus epidérmico,
pero también especula con que su patrón en forma de mosaico hiperqueratósico esté derivado de una infección.
“Con tan pocos casos, datos clínicos limitados y sin más
hallazgos patológicos –concluye- es difícil llevar a cabo una buena
evaluación”. Y finalmente escribe: “Tal vez en la próxima temporada aparezca
un nuevo personaje dermatólogo que erradique esta plaga de una vez por todas”.
Sus deseos no han caído en saco roto, puesto que los que ya
han visto la séptima temporada podríamos remitirle a los estudios y
procedimientos del orondo aspirante a maestre Samwell Tarly. Y no cuento más
por eso de los spoilers. Solamente que el Dr. Lipoff podría tener material para
continuar con su artículo sobre la psoriagrís.
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