En 1989 el escritor Quim Monzó publicó ‘La magnitud de la
tragedia’. La novela relataba las desventuras de un trompetista que, tras
intentar ligarse a una vedette del teatro donde trabajaba y no poder tener
relaciones con ella por pasarse con la bebida, consigue finalmente la erección
deseada. Hasta ahí, bien. Pero al día siguiente descubre que se trata de una
erección permanente. Eso tiene como ventaja que puede complacer a las mujeres
sin problemas. Pero también tiene un alto precio, puesto que el médico al que
consulta le informa de que su enfermedad es irreversible y que morirá en pocas
semanas.
Aquella narración enlaza con el caso clínico que protagoniza
este post. Apareció en el ‘Journal
of Sexual Medicine’ (2012;9:844–848)
y nos cuenta lo que le sucedió a un joven iraní de 21 años a quien se le ocurrió
la feliz e inconsciente idea de tatuarse el pene con una dedicatoria a su
novia. Le pidió al tatuador que escribiera a lo largo del tronco del aparato la
frase “Buena suerte con tus viajes”. No sé si la cosa tenía doble sentido o no.
Si alguien tiene curiosidad por saber cuánto espacio ocupa la frase en farsi
–la lengua persa-, en el enlace que lleva al resumen del artículo se incluye
una foto de lo más explícito que prefiero no reproducir aquí por aquello del horario infantil. Vosotros
mismos... He optado por una ilustración más "metafórica".
Para rematar la jugada, también se hizo tatuar una “M”
mayúscula en la punta del glande, lo cual me produce escalofríos en el espinazo solo de pensarlo. La
letra era la inicial del nombre de la novia. Si el chaval cambia de novia y su
nombre no empieza igual, no sé qué explicaciones le dará. Pero en fin, es
problema suyo...