miércoles, 8 de febrero de 2017

A vueltas con el índice y el anular... y el tamaño del pene

Recupero un antiguo artículo que ya publiqué hace unos años en una revista médica, y que explicaba lo siguiente: si usted es varón y su dedo anular de la mano derecha es considerablemente más largo que su dedo índice, la naturaleza puede haberle otorgado múltiples dones.

Si ya ha acabado de mirarse la mano, puede seguir leyendo...

La relación entre la longitud del segundo y cuarto dedo, también conocida por quienes lo investigan como ratio 2D-4D, se considera un marcador de la exposición prenatal a andrógenos, testosterona incluida, lo cual influye en distintas facetas del individuo.

A principios del nuevo milenio un equipo de la Universidad de Liverpool publicó que los futbolistas profesionales tienen un menor ratio 2D-4D –cuanto más largo sea el anular respecto al índice- que el resto de individuos. También vio que los titulares tienen menor ratio 2D-4D que los que chupan banquillo y que los internacionales también poseen anulares claramente más largos que los nunca convocados para su selección  (Evol Hum Behav. 2001;22:61-69). Los autores opinaban que la testosterona tanto prenatal como en la edad adulta promueve el desarrollo de habilidades útiles para el deporte, tal como comprobaron otros trabajos en relación con el baloncesto o el esquí.

miércoles, 1 de febrero de 2017

Migrañas pornográficas

El dolor de cabeza era tan intenso que no podía continuar. La intensidad crecía gradualmente, empezaba a los cinco minutos y alcanzaba su punto máximo a los diez. En ese momento tenía que detenerse porque no podía aguantar más. Y le venía ocurriendo desde hacía dos años... Por lo demás, era un joven de 24 años perfectamente sano que casi nunca tenía migrañas ni cefaleas tensionales, excepto cuando...

Pues sí, os lo habréis imaginado al leer el título. El desafortunado sujeto de este caso clínico, que trabajaba como profesional de software en la India, experimentaba dolores de cabeza terribles cuando se ponía a ver pornografía, como si fuera una víctima de un implacable castigo divino. “¡Hala, por cochino!”, le dirían su madre y su abuela.

Lo curioso del caso, publicado hace unos años en la revista ‘Archives of Sexual Behaviour’ (2012;41:1077) por médicos de un hospital de Nueva Delhi, es que el joven no tenía problema alguno cuando mantenía relaciones sexuales, ni siquiera cuando se masturbaba. Solo cuando veía porno.