jueves, 10 de septiembre de 2015

Terapéuticas delicias turcas

Imaginemos la escena:

-“Buenos días, doctor Doluoglu. Tengo una piedra de riñón que me tiene doblado. Vengo a ver qué me puede recetar porque el dolor me está matando”.

-“¿Donde siente el dolor, señor Belozoglu?”

-“Sobre todo en la zona de las ingles y en las pelotas”.

-“¡Ajá! Parece ser un cálculo ureteral distal. No hay problema. Siga este tratamiento: ¡CUATRO POLVOS A LA SEMANA CON LA PARIENTA Y EN DOS SEMANAS EL PROBLEMA ESTARÁ RESUELTO!”

-“¿Está seguro, doctor?”

-“Por supuesto. La ciencia nos respalda. Por cierto, déle recuerdos a la señora Belozoglu”.

El paciente, asombrado pero con media sonrisa picarona, llega a su casa y bajándose los pantalones exclama: “¡Sarila! ¡Mira lo que me ha recetado el médico!”.

¿Suena descabellado? Lo parece, pero no lo es si nos atenemos a los resultados de un nuevo estudio realizado por urólogos turcos de un hospital de Ankara, con el doctor Omer Gokhan Doluoglu como primer firmante. Aparece en el número de julio de la revista Urology (2015,86:19-24) y se titula “¿Pueden ser las relaciones sexuales una terapia alternativa para las piedras ureterales distales? Un estudio prospectivo, aleatorizado y controlado”.

La fantástica hipótesis fue probar si las relaciones sexuales con cierta frecuencia, en este caso 3 o 4 veces por semana, son más eficaces que otros tratamientos.

En concreto, el estudio se centra en los cálculos ureterales distales de pequeño tamaño. Se trata de piedras que están localizadas en la zona baja del uréter, que es el conducto que comunica el riñón con la vejiga. Desde esa zona, el dolor tiende a irradiar hacia la ingle y los testículos en el hombre y hacia la vagina en la mujer. Con cierta frecuencia, también producen dolor en la zona suprapúbica y en la punta del pene, aumentan la frecuencia urinaria y provocan molestias a la hora de orinar. Todo un cuadro que a más de uno -y una- le quitaría las ganas de irse a retozar en el lecho. En cualquier caso, tampoco hay que quejarse demasiado con la terapia que propone el doctor Doluoglu, ya que parece más agradable que una colonoscopia, sin ir más lejos.

Su ensayo clínico reclutó a 90 pacientes con piedras ureterales distales –aunque se perdió la pista de 15 de ellos durante el periodo de estudio, a saber por qué- y los dividieron aleatoriamente en tres grupos. A los del grupo 1 se les aconsejó la terapia más revolucionaria: los 3 o 4 ‘kikis’ semanales, por lo menos. Los del grupo 2 tomaron un medicamento que se utiliza para favorecer la expulsión de los cálculos, llamado tamsulosina, a la dosis de 0,4 mg diarios. Los del grupo 3 recibieron lo que los investigadores llaman terapia médica estándar y sirvieron como grupo control. A las 2 y a las 4 semanas se comprobó si los pacientes habían expulsado la piedra de manera espontánea.

Los resultados son espectaculares y no creo que hayan gustado demasiado a los fabricantes de la tamsulosina. A las 2 semanas, 26 de los 31 individuos del grupo 1 (83,9%) habían expulsado la piedra. Las proporciones fueron muy superiores a las observadas en el grupo 2 (10 de 21, es decir, 47,6%) y en el grupo 3 (8 de 23, 34,8%).

En cuanto al tiempo transcurrido hasta la expulsión, los resultados también son claros: 10 días para los que se dedicaron a la terapia de alcoba, 16,6 días para los que tomaron el medicamento y 18 días para los del grupo control.

La pregunta que uno se hace es ¿por qué? Y la respuesta puede radicar en esa maravillosa sustancia llamada óxido nítrico, que se libera durante la erección y el acto sexual, causando la relajación del músculo liso ureteral. De ese modo, se facilitaría que la piedra avance por el conducto que la aprisiona hasta llegar a la vejiga. De ahí hasta la expulsión final es otro cantar.

En el apartado de conclusiones, los autores escriben que hoy día la terapia expulsiva se recomienda como tratamiento de primera elección cuando se trata de piedras ureterales que no necesitan cirugía. “En nuestra opinión –añaden-, si el paciente tiene pareja sexual, tener relaciones al menos 3 veces por semana puede ser beneficioso para aumentar la probabilidad de expulsar la piedra espontáneamente en pacientes con cálculos ureterales distales menores de 6 milímetros”.

En este punto nacen más preguntas. ¿Y si el paciente no tiene pareja sexual? Dudo que la sanidad turca cubra los gastos de las parejas alternativas. Alguno puede optar por alguna web de búsqueda de rollo tipo eDarling y similares: “¡Urgente. Soy turco y tengo una piedra en el uréter!”.

Más preguntas: ¿Sirve la masturbación? El estudio no da la respuesta, así que desde aquí pedimos que emprenda una nueva investigación para sacarnos de dudas. El doctor Doluoglu debería recordar que, como dijo Woody Allen, masturbarse es hacer el amor con alguien a quien verdaderamente amas.

A este respecto recuerdo otro estudio sobre el que escribí en mi libro. Curiosamente también un estudio turco. No es que yo tenga fijación con los otomanos ni que ellos la tengan con los asuntos sexuales. Tal vez es que con los recortes sanitarios son más propensos a experimentar terapias baratas e innovadoras. No sé.

Aquel artículo se titulaba "Papel de la eyaculación en el tratamiento de la prostatitis crónica no bacteriana", y se publicó en el International Journal of Urology (1999;6:130-134). Explicaban que la prostatitis –inflamación de la próstata- no causada por gonococos es una enfermedad de origen desconocido, cuyos síntomas pueden aliviarse con medicación, aunque los fármacos no siempre funcionan.

Por lo tanto, los investigadores quisieron comprobar si masturbarse podía ser una forma de terapia. Así que tomaron a 34 pacientes solteros que no tenían relaciones sexuales ni se autosatisfacían por cuestiones personales o religiosas, y les prescribieron un curioso tratamiento: una "pajilla" a la semana, como mínimo, durante 6 meses.

Torrente hubiera estado encantado, pero me hubiera gustado ver la cara de aquellos individuos. Aunque lo cierto es que funcionó. Sólo 18 siguieron a pies juntillas la insólita recomendación médica. De ellos, 2 experimentaron un alivio completo de los síntomas, 6 mejoraron notablemente, en otros 6 la mejoría fue moderada y solo 4 no se beneficiaron de la terapia.

Cito textualmente las conclusiones del artículo: "Los varones jóvenes solteros que sufren prostatitis no bacteriana deben ser informados de su enfermedad con detalle y, si no lo hacen, deberían ser estimulados para eyacular con regularidad, por ejemplo masturbándose en ausencia de pareja sexual." Ahí está. Sobran comentarios.

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