domingo, 26 de marzo de 2017

Grupo sanguíneo B y no comerse un rosco en Corea

Con cierta frecuencia determinadas revistas y diarios nos revelan los resultados de encuestas sobre la pareja ideal. Que si ellas los prefieren ‘cachas’, sensibles y sin calzoncillos largos, o que si a ellos les gustan simpáticas y que sepan hacer una buena tortilla de patatas.

Hasta ahí nada fuera de lo normal. Sin embargo, una encuesta de este estilo realizada en Corea del Sur mostró hace un tiempo que casi la mitad de las chicas rechazaría salir con un joven cuyo grupo sanguíneo fuera el B.

¿Por qué? Pues porque la cultura popular en Extremo Oriente, desde hace muchos años, relaciona ese grupo sanguíneo en el varón con individuos egoístas, infieles y sinvergüenzas.

El origen de la tontería se halla en un libro aparecido en 1927, ‘El estudio del temperamento a través del grupo sanguíneo’, del psicólogo japonés Takeji Furukawa. En los años setenta retomó el tema con éxito Masahiko Nomi en su libro ‘Lo que los tipos de sangre revelan sobre la compatibilidad’, desencadenante de esas "creencias" que todavía perviven.

miércoles, 8 de marzo de 2017

Caricias placenteras a cuatro centímetros por segundo

El dramaturgo Eugene Ionesco, padre del teatro del absurdo junto con Samuel Beckett, proponía: “Describe un círculo, después acarícialo y se convertirá en un círculo vicioso”.

Lo que tal vez no sabía es que para que la caricia produzca un placer suficiente como para volver vicioso al círculo debe ejecutarse a una velocidad aproximada de cuatro centímetros por segundo.

Es lo que concluyen científicos estadounidenses, británicos y suecos en un artículo publicado en Nature Neuroscience (2009;doi:10.1038/nn.2312), descubridores de un tipo de fibras nerviosas que son las responsables de que las caricias resulten placenteras.

Bautizadas como fibras C-táctiles, explican que se hallan en la piel en la que hay vello, no así en las palmas de las manos y los pies. El hallazgo se logró gracias a la colaboración de una veintena de voluntarios, sometidos a la acción de un estimulador táctil robótico que les acarició diversas áreas de piel a distintas velocidades con su terminal en forma de cepillo. 

Los investigadores observaron que cuando la sensación era descrita por los participantes como placentera, las fibras C-táctiles se activaban y enviaban sus mensajes al cerebro. Sin embargo, cuando la caricia es más lenta o más rápida de esos cuatro centímetros por segundo, las citadas fibras nerviosas no se activan ni la experiencia sensorial resulta tan satisfactoria.

miércoles, 1 de marzo de 2017

KunKun, una app japonesa que te avisa si hueles mal

Durante los años que me he dedicado a buscar investigaciones científicas estrafalarias e inventos esperpénticos siempre he tenido claro que los japoneses son los líderes mundiales en este último apartado. La imaginación de los nipones para las invenciones rocambolescas no parece tener límites. Hasta tienen un término específico para ellas: ‘chindōgu’, que significa algo así como ‘herramienta extraña’ y que se define como un invento que parece ser la solución ideal para un determinado problema pero acaba resultando todo lo contrario y, por lo tanto, resulta ser inadecuado y absurdo. Hasta existe una Sociedad Internacional de Chindōgu, encargada de determinar los requisitos necesarios para que un invento sea considerado un auténtico ‘chindōgu’, entre ellos que se haya fabricado realmente, que no pueda usarse, que haya sido pensado para un uso cotidiano y que no pueda patentarse ni registrarse.

No obstante, hay muchos inventos japoneses que sin ser reunir estrictamente esos requisitos han visto la luz. Por ejemplo, el traductor de ladridos ideado por una compañía llamada Takara, ganadora del Premio Ig Nobel en 2002, consistente en un micrófono incorporado al collar del perro y de una consola capaz de interpretar –según citaban los fabricantes- los ladridos y traducirlos en forma de "200 frases o palabras" agrupadas en seis categorías emocionales distintas, que iban desde la alegría, la frustración y la amenaza al dolor, la demanda y la autoexpresión. En inglés se llamó se llamó Bow-lingual y su primera versión era válida para 50 razas caninas. Lo podéis comprar por Amazon al módico precio de 295 dólares. 

También nació en Japón un sistema para detectar la infidelidad masculina bautizado como ‘S-check’. Consistía en un spray con el que la esposa celosa podía rociar los calzoncillos de marido cuando este se los quitaba tras regresar a casa y, si había algún rastro de semen en la prenda interior, la zona manchada se volvía de un color verde fosforescente y delataba así al marido infiel, incluso hasta dos semanas después del escarceo amoroso extramarital. Siempre y cuando no se hubieran lavado los calzoncillos, obviamente.