Como
estamos en “Año Star Wars”, que toca cada cierto tiempo como los años jacobeos,
aprovecho para recuperar una historia que ya conté en 2006. El planteamiento
era el siguiente:
¿Qué
ocurre en el cerebro de una langosta –de esas parecidas a los saltamontes que
protagonizan plagas bíblicas y no de las que mueven las antenas en las peceras
las marisquerías- cuando ve acercarse a toda pastilla el Halcón Milenario
tripulado por Han Solo y Chewbacca? ¿Se amedrenta al escuchar la respiración asmática
de Darth Vader? ¿Se enternece al oír las tergiversadas frases del maestro Yoda?
La
pregunta real es: ¿Hay algún friki que estudie la actividad cerebral de estos
bichos en respuesta a la proyección de La
guerra de las galaxias? Sorprendentemente, la respuesta es sí.
Me refiero a Claire Rind, una investigadora de la Universidad de Newcastle Upon Tyne (Reino Unido), especialista en Neurobiología de los Invertebrados, que obtuvo el Premio Ig® Nobel en la edición de 2005 por sus insólitas investigaciones en la categoría de “Paz”.
El
estudio galardonado, publicado hace años en el Journal of Neurophysiology
(J
Neurophysiol 1992;68:1654-1666), se centró en el estudio de un tipo de célula
del cerebro de los ortópteros –orden al que pertenece el saltamontes, el grillo
y la langosta-, llamada "neurona detectora del movimiento contralateral
descendente". Lo que estudiaban Claire y su colaborador Peter Simmons
era la actividad de ese tipo de célula nerviosa en respuesta a distintos tipos
de estímulos de movimiento, y en su artículo no tienen ningún rubor en reconocer
que algunos de esos estímulos fueron fragmentos seleccionados de La guerra de las galaxias, en especial
escenas de naves esquivando a toda velocidad cinturones de asteroides.
Parece
una estupidez, pero tiene su explicación. El objetivo final es diseñar un
sistema inteligente para evitar las colisiones de vehículos, y entre los
animales más efectivos que nos ofrece la naturaleza para estudiar el tema se
encuentran las langostas, que avanzan en grandes y densos enjambres sin que
choquen nunca unas con otras. Si dentro de unas cuantas décadas navegamos por
el espacio en naves capaces de eludir todo lo que se acerque, salvando así
nuestras vidas, nos acordaremos de la sabiduría de esta mujer. Y es que para
hacer ciencia hay que tener imaginación, aunque sea "hace mucho tiempo en
una galaxia muy lejana..."
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