En español solemos decir que “se nos hiela la sangre” cuando
queremos expresar una gran sensación de miedo o de profundo sobrecogimiento.
Los franceses tienen una expresión parecida –“glacer le sang”-, mientras que
los anglosajones emplean un término algo más “biológico” cuando dicen que el
miedo “can curdle blood”, que vendría a significar que “les coagula la sangre”. La idea de fondo es la misma sea cual sea el idioma
utilizado y además se trata de una expresión que se emplea desde la época
medieval.
¿Pero hasta qué punto es verdad? ¿Realmente puede el miedo
helarnos o coagularnos la sangre en las venas? Puede pareceros una expresión
un punto exagerada, pero eso no fue óbice para que investigadores holandeses de
la Universidad de Leiden
trataran de dar respuesta a la pregunta.
Sus resultados se publicaron en el British Medical Journal (BMJ. 2015; 351: h6367), en
concreto en el número navideño del pasado año. No está de más recordar que esta
prestigiosa revista médica tiene por costumbre incluir en su último número del
año unos cuantos artículos científicos insólitos y chocantes en los que los
médicos tienden a exhibir su sentido del humor, unas veces con más gracia que
otras.
En este caso reclutaron a 24 voluntarios menores de 30 años. A 14 de ellos les hicieron ver una película de terror, y al cabo de una
semana, a la misma hora del día, un documental educativo. Los 10 voluntarios
restantes hicieron lo mismo, pero en orden inverso. Es decir, primero vieron el
documental y a la semana la peli de terror.