sábado, 31 de octubre de 2015

Nada que hacer frente a un ataque de zombis

Aprovechando que esta noche es Halloween, recupero un artículo sobre muertos vivientes. Resulta que, si se diera el caso de que los zombis existieran y nos atacaran, la extinción de la humanidad estaría prácticamente asegurada. Así que esos finales made in Hollywood en los que brillan rayos de esperanza para la raza humana gracias al arrojo de un pequeño grupo de héroes anónimos cabe considerarlos excesivamente optimistas.

No hay vuelta de hoja. Es lo que afirmaba un grupo de científicos canadienses, autores de una investigación que aparece en un libro de 2009 titulado 'Infectious Disease Modelling Research Progress'. El resto de capítulos de la obra abordan enfermedades como la tuberculosis, la gripe o la malaria. Sin embargo, para sorpresa de los lectores, uno de esos capítulos lleva por título “¡Cuando los zombis atacan! Modelo matemático de un brote de infección de zombis”.

Está firmado por tres estudiantes y un profesor del Departamento de Matemáticas de la Universidad de Ottawa, Robert J. Smith?. Cuidado, el signo de interrogación en el apellido no es un gazapo ortográfico sino, según explica, la manera de que no lo confundan con el cantante de The Cure.

Los zombis están muy de moda. Hay un buen puñado de películas recientes, series de televisión y videojuegos con sus inevitables dosis de casquería, pero el fenómeno viene de lejos. Los autores recuerdan que los zombis parecen tener su origen en el vudú afrocaribeño, sistema de creencias en el que se acepta la posibilidad de que un brujo resucite a los muertos y los controle a voluntad. Sobre esta base se estrenó en 1932 una obra teatral en Broadway titulada 'Zombie' que, aunque estuvo pocos días en cartel, dio pie aquel mismo año a la primera película de la historia sobre el tema: 'La legión de los hombres sin alma'. Pero la película que rompió el molde, sentó las bases del género e hizo de estos seres un icono de la cultura popular fue 'La noche de los muertos vivientes' (1966) de George A. Romero.

Los zombis del estudio canadiense se basan en ese modelo clásico. Los describen como lentos “monstruos sin mente que no sienten dolor y que muestran un inmenso apetito por la carne humana”, pese a que algunas películas recientes los presenten como seres dotados de agilidad y con capacidad para pensar y tomar decisiones.

“Creamos el modelo de ataque de los zombis a partir de presupuestos biológicos basados en las películas –comentan-. Después aplicamos el modelo básico de otras enfermedades infecciosas a la infección de zombis e ilustramos el resultado con soluciones numéricas”.

“La diferencia clave entre el modelo que presentamos y otros modelos de enfermedad infecciosa es que los muertos pueden volver a la vida”, subrayan, asumiendo que, tal como se puede ver en el cine, los zombis pueden infectar tanto a personas vivas como a recién muertas, “lo que les proporciona un suministro constante de dianas potenciales”. No obstante, a los autores de la investigación se les ha criticado de ser demasiado pesimistas por considerar que los muertos vivientes decapitados podrían levantarse de nuevo si se reinfectan, una peculiaridad en la que no todos los eruditos en zombiología parecen estar de acuerdo.

En cualquier caso, las 17 páginas plagadas de fórmulas matemáticas incomprensibles para los profanos conducen a la conclusión de que si fuéramos atacados por muertos vivientes ávidos de carne humana lo tendríamos muy crudo. “En resumen –concluyen-, un brote de zombis probablemente conduciría a la destrucción de la civilización, a menos que se erradicara rápidamente. Aunque cuarentenas agresivas podrían contener la epidemia, o que una cura pudiera conducir a la coexistencia de los humanos y los zombis, la forma más eficaz de contener la expansión de los muertos vivientes es golpear con contundencia y golpear a menudo. De lo contrario, tendremos un gran problema”. Avisados estamos.


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