El post anterior sobre el futbolista australiano que se
tragó una chapa de cerveza podría enlazarse con este otro caso clínico
espeluznante que comento a continuación. Habréis visto que la imagen es
parecida a la de la semana pasada: una radiografía. Pero si bien aquella
mostraba la chapa en el esófago del deportista cervecero, está muestra un objeto insólito, una sombra blanca de algo alojado en el pulmón de la izquierda. ¿Lo adivináis o llamamos a
Sherlock Holmes?
Y es que la literatura médica nos ofrece a veces situaciones
que constituyen impresionantes desafíos detectivescos cuya resolución habría
sido mucho más sencilla si los pacientes hubieran explicado las cosas
llanamente, sin tabúes, desde un principio.
Sobre este caso clínico ya escribí hace algo más de diez
años, pero creo que vale la pena recordarlo. Se publicó en una revista médica
india (Indian J Chest
Dis Allied Sci 2004;46:55-58). La paciente, de 27 años, era una maestra de
escuela que acudió al médico porque tenía tos, esputo y fiebre persistente desde
hacía unos 6 meses. Se sospechó de neumonía e incluso de tuberculosis, pero tras
recibir durante 4 meses fármacos antibióticos y antituberculosos, los síntomas
no remitieron.
Los galenos de Nueva Delhi escriben sesudamente que "el
caso presenta ciertas características atípicas, la mayoría de las cuales se
relacionan con la naturaleza del objeto inhalado", algo nunca descrito en
la literatura médica hasta entonces.
Finalmente se lo extrajeron mediante broncoscopia y todo
mejoró. Está claro que la paciente podría haber confesado la historia desde un
primer momento y se habría ahorrado meses de malestar y de tratamientos
innecesarios, pero el bochorno se lo impidió hasta que hizo su presencia la
prueba del delito.
Este post me ha recordado un artículo publicado en 2001 en la revista The Lancet sobre un cepillo de dientes accidentalmente deglutido, según la paciente.
ResponderEliminarLos médicos de urgencias al hacer la radiografía tuvieron dudas sobre la versión de la paciente: "estaba cepillándome los dientes, resbalé en el baño y al caer de cara sobre el lavabo me tragué el cepillo de dientes".
La duda radicaba en que la radiografía mostraba que el mango del cepillo estaba más cerca del estómago que de la faringe y que las cerdas del cepillo estaban en la parte superior del esófago y no en la inferior, como hubiera sido el caso según la versión de la paciente.
Vuelta a preguntar la paciente, confesó que en realidad estaba intentando producirse el vómito, ¡con el mango del cepillo!, cuando se lo tragó, accidentalmente eso sí, pero sin resbalar ni golpearse con el lavabo.
Esta historia llevó al diagnóstico de bulimia de la paciente, y por supuesto, a su remisión al departamento de psiquiatría, para su tratamiento apropiado.
Saludos,
Sí. También lo recuerdo. Ese caso clínico del cepillo de dientes está recogido en el libro 'Si Galileo levantara la cabeza'.
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