Instruir a los estudiantes y
al público sobre asuntos científicos peliagudos requiere a veces utilizar la
imaginación y echar mano de temas que sean atractivos precisamente por ser
insólitos. Eso es lo que pensó el Prof. Ronald
DeLorenzo, del Departamento de Química del Middle Georgia College, y que ha publicado a lo largo de años cientos de curiosos
artículos, además de algunos libros.
Uno de sus trabajos más chocantes
fue calcular la temperatura del Cielo y del Infierno a partir de citas bíblicas,
que fue publicado en el Journal of
Chemical Education (J Chem
Educ 1999;76:503). Así, el Prof. DeLorenzo tomó el versículo de Apóstoles
21:8, en el que se describe el infierno como "el lago que arde con fuego y
azufre", y al aplicar sus conocimientos de química, estimó que allí hay un
mínimo de 120 grados centígrados, que es la temperatura de fusión del azufre,
aunque menos de 445º C.
Para calcular la temperatura
en el cielo, el punto de partida fue la cita de Isaías 30:26, donde se explica
que en el cielo "la luz de la luna será como la luz del sol y la del sol
será siete veces mayor que sería la luz reunida en siete días". Incluso
siendo una licencia poética, la enunciación del problema es bastante liosa. Pero
el Prof. DiLorenzo la tomó literalmente y decidió que es necesario utilizar la
física para esclarecer semejante embrollo. Para ello, utilizó la ley de
Stefan-Boltzman y concluyó que el cielo está a 519ºC. Por lo visto, resulta que
en el infierno hace menos calor que en el cielo.
Sin embargo, sus resultados
no convencieron a todos, y no fue un teólogo quien rebatió los argumentos del
Prof. DeLorenzo, sino otro experto en química, el Prof. Mário Nuno Berberan e
Santos, del Instituto Superior Técnico
de Lisboa.
En una carta remitida a la
misma publicación, el científico portugués comenzó criticando que lo que
explica el Prof. DeLorenzo no es más que un "viejo chiste" que data
de los años treinta y que se ha publicado en numerosas ocasiones. Y además, a
su juicio, los datos están plagados de errores que no deberían perpetuarse.
"Algunos habitantes del infierno no estarían de acuerdo" con esos
resultados, escribe el Prof. Berberan e Santos. Por ejemplo, matiza que la
temperatura de fusión del azufre está calculada en relación con una presión
atmosférica terrestre, de 1 bario, pero que parece razonable pensar que una
atmósfera infernal tendría una presión mucho mayor. Así, calcula que lo único
deducible de la cita bíblica es que la temperatura del infierno es inferior a
1.041ºC, que es la temperatura crítica del azufre elemental.
En su carta de respuesta, el
químico portugués calcula que la temperatura en el cielo es sólo 8 veces mayor
que en la Tierra, lo que da lugar a 231ºC, casi la mitad de lo que estima el
Prof. De Lorenzo.
Y todo eso sin tener en
cuenta que algunos teólogos del siglo XVII pensaban que el infierno estaba
localizado en el sol, cuya temperatura es aún mucho más elevada... Sea como
sea, con esos calores del más allá, a uno no le entran ningunas ganas de
abandonar esta vida terrenal.
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