Hace poco más de un mes leí una noticia en la que un
dermatólogo advertía de que la depilación genital incrementa “de forma
alarmante” –según el titular- las enfermedades de transmisión sexual (ETS). La
noticia procedía de una agencia de prensa y en general hablaba de las ETS en el
marco de la celebración del Día de la Salud Sexual en una fecha tan romántica
como es el 14 de febrero. Con un titular tan “alarmante” en sí mismo, no fue
raro que acabara divulgándose en decenas de medios escritos del país.
Debo confesar que me picó la curiosidad y me dispuse a
bucear por las bases de datos de la literatura médica para saber en qué medida
la relación entre la depilación genital y las infecciones u otro tipo de
complicaciones ha sido objeto de estudio.
De entrada, no parece estar del todo claro por qué los
humanos tenemos vello púbico. Existe la teoría de que puede tener algún tipo de
relación con las feromonas, de modo que los pelillos captarían esas sustancias
volátiles que incrementan el deseo sexual en otros congéneres. Solo que tampoco está claro que los
humanos segreguemos feromonas. Otros científicos sostienen que ejerce un papel
protector, especialmente en la mujer, para evitar que penetren en la vagina
microbios y otras partículas extrañas, aunque esto no ayuda a explicar el vello
púbico en los hombres.
En cualquier caso, hay bastantes artículos publicados en
revistas científicas que han estudiado la práctica de depilarse la zona genital
y sus consecuencias, tanto en mujeres como en hombres, a pesar de que Ramsey y
colaboradores, en su revisión sobre el vello púbico y la sexualidad (J
Sex Med. 2009;6:2102-2010), consideraran que se trata de un tema "no suficientemente explorado en el ámbito de la medicina sexual".
En ese trabajo se explica que en la historia del arte no se
ha representado el vello púbico hasta finales del siglo XIX, y que las
esculturas del antiguo Egipto y la antigua Grecia constituyen evidencias de que
las mujeres de esas culturas practicaban algún tipo de depilación o afeitado
genital, tal vez porque lo contrario se consideraba “incivilizado”. De hecho,
se señala que las mujeres de la antigua Roma que se depilaban eran precisamente
las de las clases altas.
En cuanto a la moda actual, los autores creen que la
ausencia de vello púbico puede comportar algunos beneficios en términos de
mayores sensaciones y mayor satisfacción sexual, si bien se trata de algo difícil
de cuantificar científicamente. Por otro lado, escriben que la
tendencia actual podría estar relacionada, ni más ni menos, que "con el mayor
acceso a la pornografía a través de internet". Su experiencia tendrán...
Un estudio más reciente (J Sex Med.
2015;12:48-58) realizado en Estados Unidos trató de comprender por qué gran
parte de la población joven se depila o afeita sus partes íntimas, a través de
encuestas a 1.100 estudiantes de dos universidades del país, concretamente 671
mujeres y 439 hombres. Resultó que el 95% de las personas encuestadas se había depilado
o afeitado el vello púbico al menos una vez en las últimas 4 semanas. El
afeitado fue la técnica más habitual (82% de las mujeres y 49% de los hombres).
En cuanto a gustos, el 60% de los varones declaró que prefería tener una pareja
sexual libre de pelillos frente al 24%, que prefería parejas con el vello
púbico intacto. Para el 16% restante la presencia o ausencia de vello les era
indiferente. Tal vez su ilusión era tener pareja, con pelos o sin ellos.
Para las mujeres, según la encuesta, unos genitales libres
de vello se asocian a limpieza, comodidad, atracción sexual y aceptación de las
normas sociales del grupo.
En cuanto a los riesgos del afeitado, el único efecto
adverso del que se quejaron los participantes en este estudio fue el picor, que
afectaba al 80% de los partidarios y partidarias de las cuchillas de afeitar.
Vamos con otro trabajo, publicado por Ridell et al. (Can J
Hum Sex. 2010;19:121-130) sobre las motivaciones que tienen las mujeres para
depilarse la zona genital. Muestra que más de 500 de las 660 féminas canadienses
encuestadas lo hacía –entre otras cosas- para que no asomaran pelillos fuera de
sitio cuando van en traje de baño o en bikini. Ese fue el motivo más citado. El
segundo fue “sentirse atractivas”, y el tercero “sentirse más limpias”. El
hecho de que los hombres lo prefieran depilado fue el motivo menos citado de
todos los propuestos en la encuesta.
No es el único estudio de su clase. Por poner un ejemplo
más, citaré el que tiene como primera firmante a la doctora Debra Herbenick (J
Sex Med. 2010;7:3322-3330) y que analizó la prevalencia, características y
métodos de eliminación del vello púbico entre las mujeres estadounidenses. Para
ello se entrevistó a 2.451 féminas de 18 a 68 años de edad. La depilación o
afeitado total de la zona genital se asoció a una edad más joven, a la
orientación sexual, al estatus de relación sexual, al hecho de haber sido
objeto de cunnilingus en algún momento de las 4 semanas previas –un dato
científicamente inspirador- y a haber obtenido una mayor puntuación en dos escalas
que miden la autoimagen genital femenina y la función sexual en mujeres.
En relación con lo que comentaba al inicio de este post, uno
de los estudios que tal vez más han profundizado en las complicaciones asociadas
a la depilación genital es el de Andrea L. DeMaria, de la Universidad de Texas
(Am J
Obstet Gynecol. 2014;210:528). Esta investigadora
explica, basándose en 333 encuestas realizadas a mujeres de 16 a 40 años, que
el 87% admiten eliminar parcial o totalmente el vello de su zona genital. Como
dato curioso, se trata de una práctica más habitual entre las mujeres de peso
normal que entre las que tienen sobrepeso u obesidad. El 60% refieren haber
tenido alguna complicación, lo más frecuente abrasiones en la piel y pelos
encarnados, esos que se quedan sin salir y acaban formando un asqueroso grano
purulento.
El estudio señala que solamente el 4% han acudido alguna vez
al médico a causa de una complicación derivada de esta práctica. En conclusión,
la doctora DeMaria termina escribiendo que las complicaciones son frecuentes
pero de escasa importancia.
En este contexto, también vale la pena mencionar otro
trabajo que estudió las lesiones atendidas en los servicios de urgencias de
Estados Unidos relacionadas con el “acicalado” del vello púbico (Urology.
2012;80:1187-1191). Sus datos se basan en el Sistema Electrónico Nacional
de Vigilancia de Lesiones, en el que encontraron 335 casos de lesiones
genitourinarias atendidas en urgencias entre 2002 y 2010 por el uso de
productos para el cuidado del vello púbico. Los autores estiman que la
cantidad de casos se multiplicó por cinco entre 2002 y 2010. En la mayor parte
(82%) se trató de lesiones causadas con cuchillas de afeitar, sobre todo
laceraciones. La localización más frecuente de esas lesiones fueron los labios
externos. Igual que en el otro estudio citado, los autores concluyen que el
afeitado de la zona genital no provoca más que complicaciones menores.
Ahora bien, también es cierto que hay estudios que revelan
complicaciones más importantes y que dan la razón a los médicos que advierten del
incremento de enfermedades de transmisión sexual. En una carta a la revista
‘Sexually Transmited Diseases’ (Sex Transm Infect
2013;89:216), un dermatólogo francés, François Desruelles, junto con otros médicos, explica que la incidencia de infecciones por el virus Molluscum contagiosum transmitido
por vía sexual han aumentado considerablemente en lo que llevamos de nuevo
milenio y creen que puede deberse a la creciente moda de depilarse el vello púbico. Basan su afirmación en un pequeño estudio con 30 pacientes
infectados (6 mujeres y 24 hombres) de los que el 93% se había depilado o
afeitado la zona. En este sentido, consideran esta práctica como un factor de
riesgo de ETS menores, aunque también opinan que también puede comportar un mayor riesgo de contraer el virus del papiloma humano.
Para finalizar, no puedo evitar mencionar un caso clínico (Int Wound J. 2013;10:482-483),
el de un tipo de 32 años que acudió al médico con quemaduras químicas profundas
en el pene por habérselo untado accidentalmente con una crema depilatoria, lo
cual le provocó una inflamación importante y fuertes dolores a la hora de mear.
Fue tratado en el departamento de quemados un hospital de Newcastle (Reino
Unido) y la cosa no pasó a mayores, pero nos deja como moraleja la necesidad de
ir con cuidado con esas cremas baratas y fáciles de usar, pues en ocasiones
podrían acabar con algo más que los pelillos. Dicho queda.
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