En sus libros ‘El médico’, ‘Chamán’ y ‘La doctora Cole’, el
escritor Noah Gordon dotó a sus protagonistas, miembros de una misma estirpe
familiar aunque muy separados por el tiempo, de un peculiar don. Al estrechar
la mano de un enfermo sabían si su muerte era inminente.
Pero como todos sabemos, la realidad supera en muchas
ocasiones a la ficción. En este contexto, era inevitable que en este blog aludiera
algún día a mi tocayo Oscar, el gato capaz de predecir la muerte, que se hizo famoso
gracias a un artículo publicado, nada menos, que en ‘The New England Journal of
Medicine’ (NEJM
2007; 357:328-329). Escribí sobre el tema cuando se publicó ese artículo,
aunque he aprovechado ahora para actualizarlo con algunos datos que han
aumentado su fama desde entonces.
Hasta donde yo sé, el gato sigue vivo. Nació en 2005 y fue
adoptado de cachorro por los trabajadores de una residencia geriátrica, en el
estado de Rhode Island, en el noreste de Estados Unidos. En el artículo se
explicaba que cuando uno de los ancianos está a punto de morir, Oscar, que
habitaba en la tercera planta de la residencia, entraba en la habitación y se
instalaba al lado del moribundo. Según el Dr. David Dosa, firmante del
artículo, "el gato siempre se las arregla para aparecer y siempre lo hace
en las últimas dos horas". Según los autores, cuando se publicó en 2007 el
artículo ya lo había hecho al menos 25 veces. En 2010, año en que David Dosa
dedicó un libro al funesto felino, Oscar ya había anticipado la
muerte de 50 ancianos de la residencia. Como se puede ver, el animal ha ido progresando en eficacia y experiencia.
En cualquier caso, no puedo evitar imaginarme a grupos de
ancianos corriendo despavoridos, con andadores o sin ellos, o impulsando sus
sillas de ruedas, huyendo del mal agüero en cuanto veían aparecer al fatídico gato
por algún pasillo de la residencia.
Nada más lejos de la realidad. El personal del centro destacaba por encima de todo el cariño
y respeto que todos profesaban al animal. De hecho, la aparición del gato en
la habitación de un enfermo terminal se consideraba un eficaz signo de alerta
que servía para avisar a los familiares del enfermo con el fin de que lo
acompañaran en su tránsito.
El artículo del ‘New England’ elevó a la fama la habilidad
del animal. Además del libro escrito por David Dosa, titulado ‘Making the
Rounds with Oscar: The Extraordinary Gift of an Ordinary Cat’ (‘Haciendo la
ronda con Oscar: El don extraordinario de un gato ordinario’), se compraron los
derechos para hacer una película con el mismo título, aunque el proyecto parece
parado de momento.
Oscar también inspiró al mismísimo Stephen King, quien en su
continuación de ‘El resplandor’, titulada ‘Doctor Sueño’ (2013), introdujo un
gato capaz de sentir cuando alguien está a punto de morir. El escritor
reconoció haberse inspirado en el gato de Rhode Island. Incluso un gato con el mismo don tuvo un
papel estelar en un capítulo de ‘House’ de 2009 titulado ‘Here Kitty’.
Desde hace años, tiene una placa dedicada en una de las
paredes de la clínica que reza: "Por sus cuidados compasivos, esta placa
está dedicada a Oscar, el gato".
Sí, muy bien... pero yo preferiría tenerlo bien lejos.
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