El estudio del cerebro en relación con distintos aspectos de
la sexualidad ha dado lugar a la publicación de numerosos artículos
científicos. Algunos investigadores han tenido como propósito encontrar una
base biológica a la orientación sexual, cuestión no exenta de controversia que
ha exasperado no pocas veces a colectivos homosexuales, molestos de que haya
gente empeñada en demostrar que son personas biológicamente diferentes. No les
falta razón.
El estudio que pretendo comentar entra en este ámbito,
aunque no está realizado con seres humanos sino con ganado ovino. Lo publicaron
hace algo más de una década investigadores estadounidenses de la Oregon Health
& Science University (Endocrinology
2004;145:478-483) y concluyeron que los carneros homosexuales presentan en
su cerebro diferencias anatómicas respecto a los carneros heterosexuales.
Los autores ponían de manifiesto que la homosexualidad se da
en muchas especies animales. Algunos expertos estiman que un 8% de los machos
ovinos muestran preferencias sexuales por otros machos y se olvidan por
completo de las mansas y dulces ovejitas. En el caso del estudio que nos ocupa,
los autores investigaron un grupo de 27 animales de 4 años de edad: 10 hembras,
9 carneros gays y 8 heterosexuales. En sus hipotálamos encontraron un denso y
compacto grupo de células nerviosas que bautizaron nada más y nada menos que
como "núcleo dimórfico sexual ovino". Recuerdan que el hipotálamo
regula entre otras cosas la secreción de hormonas sexuales, la presión
arterial, la temperatura corporal, etc., además de ciertas conductas complejas,
tales como el comportamiento sexual.
Pues bien, su descubrimiento consiste en que ese núcleo
dimórfico sexual ovino tiene un tamaño significativamente mayor en los machos
heterosexuales que en las ovejas y que en los carneros homosexuales. Además,
esa porción del cerebro entre los primeros contiene más neuronas. Y también
existen diferencias hormonales entre unos grupos y otros.
La conclusión de todo esto, a juicio de los científicos, es
que algo hay en el cerebro que hace distintas del resto a las criaturas
atraídas por otras de su mismo sexo, y que probablemente sus resultados se
podrían extrapolar a los seres humanos, si bien en tal caso habría que
prescindir del término "ovino" a la hora de dar nombre a ese núcleo
de neuronas del que hablan, por muy borrego que sea el dueño del cerebro.
La investigación tiene su interés -sin duda para la gente
interesada en la orientación sexual de los corderos-, pero no es menos interesante estudiar
el cerebro de aquel pato que pudo observar el biólogo holandés C.W. Moeliker,
que trabajaba en el Museo de Historia Natural de Rotterdam. El ánade no hizo
otra cosa que beneficiarse durante unos 75 minutos a otro pato muerto, que
acababa de estamparse contra la fachada acristalada del museo. Esto dio lugar
al surrealista artículo "El primer caso de necrofilia homosexual en el
pato Anas platyrhynchos" (Deinsea
2001;8:243-247). La revista incluye hasta unas espectaculares fotografías
tomadas por el propio autor, que inmortalizan la escena y que sin duda pasarán
a los anales (¿he dicho anales?) del comportamiento animal.
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