Antes de nada, pido perdón por no haber publicado nada nuevo
en este blog desde hace bastantes meses. No por falta de material ni por falta
de ganas. Pero, en fin, aquí estoy de vuelta para poner de manifiesto una vez
más que los científicos pueden ser divertidos y hasta estrafalarios sin ni
siquiera pretenderlo.
La motivación para ponerme manos a la obra fue la entrega de
los Premios IgNobel ayer por la
noche en el Sanders Theatre del campus de Harvard, como siempre con Marc Abrams
como maestro de ceremonias. Otros próximos posts los dedicaré a otras
categorías de la presente edición, mientras que en este quiero comentar uno de
los premios que más me ha llamado la atención. Se trata del galardón en la categoría de Medicina
Reproductiva, otorgado a un estudio publicado hace casi 40 años, titulado
“Monitorización de la tumescencia peneana nocturna con sellos”.
Es de alabar que, después de tanto tiempo, fueran
los autores originales del artículo, aparecido en la revista Urology en el año 1980 (Urology
1980;15:171-172), quienes acudieran a recoger el premio en persona: los
doctores John Barry –nada que ver con el compositor de bandas sonoras para
James Bond o 'Memorias de Africa'-, Bruce Blank y Michael Boileau, que trabajaban
por entonces en el Centro de Ciencias de la
Salud de la Universidad de Oregon, en Estados Unidos.
La historia no tiene nada que ver con lo que un
psicoanalista podría describir como erotismo filatélico, sino con un
procedimiento sencillo para corroborar si individuos sexualmente impotentes eran capaces de conseguir erecciones mientras dormían.
Evidentemente, una forma fácil de comprobar la existencia de
erecciones nocturnas es que otra persona se encargue de hacer la pertinente
observación, ya sea la pareja, el urólogo o quien haga falta. Aunque, claro, se
trata de una tarea que le obligaría a permanecer insomne y, para
muchos, no especialmente apasionante.
A los investigadores mencionados se les ocurrió que podían
solucionar el tema utilizando sellos postales –he preferido evitar el término
“correos” para evitar confusiones-. En su artículo explicaban que los hombres
con impotencia psicogénica tienen erecciones normales mientras duermen, al
contrario que los afectados por impotencia de origen orgánico. En aquella época ya se
utilizaba un aparato de bandas extensométricas con mercurio para medir la
presión ejercida por el pene en erección, pero su propuesta de los sellos podía
considerarse más sencilla y barata, a no ser que se utilizaran sellos de esos
que valen una millonada para los coleccionistas.
Las instrucciones, según el artículo, indican que debía utilizarse una tira de cuatro sellos para rodear el miembro viril y humedecer
el último para adherirlo debidamente, creando así una especie de anillo. Pero es mejor leer las explicaciones textuales de los autores, que no dejaban lugar a
dudas:
1) Utilice un calzoncillo con bragueta.
2) Saque el pene por la bragueta. Esto dejará la mayor parte
del vello púbico pegada al cuerpo.
3) Envuelva el cuerpo del pene cómodamente con la tira de
sellos y moje el que se va a superponer para cerrar el anillo.
4) Después de que el anillo se haya secado, recoloque
cuidadosamente el pene dentro del calzoncillo y no se lo quite para ir a
dormir.
5) Al despertar, compruebe si el anillo se ha roto a lo
largo de las perforaciones que separan cada sello.
6) Repita la prueba las noches siguientes.
Los investigadores de Oregon comprobaron la utilidad de su
procedimiento en un grupo de 22 varones sanos, sin disfunción eréctil, de 22 a
57 años de edad, así como en un grupo de 11 individuos diagnosticados de
impotencia debido a arteriosclerosis, diabetes, lesión de la médula espinal o
linfoma.
Los resultados revelan que en el grupo de potentes varones
se registraron 58 roturas de las perforaciones de los sellos de un total de 62
noches evaluadas. Pero en algunos casos había explicación: “Los anillos de
sellos no se rompieron durante dos noches consecutivas en un sujeto de 28 años
que tuvo relaciones sexuales antes de acostarse las tres noches en que fue
sometido a la prueba”. Todo un machote, vamos. En otros, el anillo no se
rompió porque no estaba bien pegado del todo.
En el grupo de los 11 individuos con impotencia, de las 30 pruebas
realizadas el anillo de sellos apareció intacto la mañana siguiente en 29. Únicamente hubo rotura
una noche en el caso de un paciente con lesión medular.
Todos estos datos ponían de manifiesto no solamente la
efectividad del invento sino también su diferencia de coste respecto a los métodos
mas sofisticados. “Tres noches de ingreso hospitalario para realizar las
pruebas de tumescencia peneana -escribían-, incluyendo la observación directa de las
erecciones y los honorarios profesionales del médico, ascienden a
500 dólares, mientras que los sellos para las tres noches no llegan a 30
centavos”. Teniendo en cuenta que la proporción de fumadores desciende y que
con whatsapps y emails ya queda muy poca gente que escriba cartas, ideas como esta
pueden dar alguna que otra alegría a los estanqueros.
Un par de apuntes para finalizar. En los sellos utilizados para el estudio no
aparecía el careto de Donald Trump como la imagen que he puesto para ilustrar
este post. Difícilmente tremparía nadie en su sano juicio, ni siquiera en sueños.
También hay que añadir que aquel método del anillo de sellos
había sido presentado por sus inventores en 1979 en una reunión de la Sociedad
Americana de Urología, donde obtuvo el Primer Premio entre las comunicaciones
presentadas en mesas redondas, y además, fue bautizado posteriormente como
PotenTest y evaluado en diversos estudios por otros investigadores.
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