miércoles, 8 de marzo de 2017

Caricias placenteras a cuatro centímetros por segundo

El dramaturgo Eugene Ionesco, padre del teatro del absurdo junto con Samuel Beckett, proponía: “Describe un círculo, después acarícialo y se convertirá en un círculo vicioso”.

Lo que tal vez no sabía es que para que la caricia produzca un placer suficiente como para volver vicioso al círculo debe ejecutarse a una velocidad aproximada de cuatro centímetros por segundo.

Es lo que concluyen científicos estadounidenses, británicos y suecos en un artículo publicado en Nature Neuroscience (2009;doi:10.1038/nn.2312), descubridores de un tipo de fibras nerviosas que son las responsables de que las caricias resulten placenteras.

Bautizadas como fibras C-táctiles, explican que se hallan en la piel en la que hay vello, no así en las palmas de las manos y los pies. El hallazgo se logró gracias a la colaboración de una veintena de voluntarios, sometidos a la acción de un estimulador táctil robótico que les acarició diversas áreas de piel a distintas velocidades con su terminal en forma de cepillo. 

Los investigadores observaron que cuando la sensación era descrita por los participantes como placentera, las fibras C-táctiles se activaban y enviaban sus mensajes al cerebro. Sin embargo, cuando la caricia es más lenta o más rápida de esos cuatro centímetros por segundo, las citadas fibras nerviosas no se activan ni la experiencia sensorial resulta tan satisfactoria.

Para profundizar más en el tema, un nuevo estudio firmado por investigadores de Liverpool (Reino Unido), explican que esas caricias suaves que estimulan los nervios de la piel provocan una liberación de oxitocina. Sí, la misma que provoca las contracciones del parto. Pero es que además se ha visto que su producción en el cerebro favorece las relaciones sociales y se ha asociado a la confianza y a la generosidad y también parece que puede tener algo que ver con el orgasmo. La investigación (Neuropeptides 2017) se centra en esas fibras C-táctiles, que únicamente responden al tacto suave y de baja velocidad. Los autores describen esta sensación agradable como “tacto social” y plantean la hipótesis de que estas fibras sensoriales han evolucionado en los mamíferos para señalizar el valor gratificante del contacto físico en las interacciones sociales. “La estimulación cutánea dirigida directamente a activar óptimamente las fibras aferentes C-táctiles –escriben- reduce la excitación fisiológica, conlleva un valor afectivo positivo y, en condiciones sanas, inhibe las respuestas a los estímulos dolorosos”.

Lo de los cuatro centímetros por segundo no significa que sea necesario tener un cronómetro a mano. Tal como lo expresaba uno de los responsables del estudio sueco, el profesor Francis McGlone, esa velocidad de caricia es la que suele usar una madre para tranquilizar a un niño pequeño o una pareja para expresar cariño. Ya lo decía Mario Benedetti en su poema ‘Informe sobre caricias’: “Es la fiesta de la piel la caricia mientras dura y cuando se aleja deja sin amparo a la lujuria”.

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