miércoles, 28 de septiembre de 2016

Todo en uno: sujetador y mascarilla para emergencias

Hace una semana se conocieron los ganadores de la presente edición de los Premios IgNobel. Un año más, el Sanders Theater de la Universidad de Harvard acogió la divertida ceremonia de entrega de estos galardones que concede la revista Annals of Improbable Research a investigaciones científicas que “primero nos hacen reír y luego nos hacen pensar”.

Como siempre, no faltó la ironía ni la crítica. Véase el premio que fue a parar a la compañía Volkswagen por “resolver el problema de las emisiones contaminantes excesivas de los automóviles, al producir automática y electromecánicamente menos emisiones cuando el coche está siendo probado”. Genial, aunque ningún ejecutivo fue a recoger el galardón.

El premio en la categoría de Reproducción fue a parar a un investigador egipcio por estudiar los efectos de vestir pantalones de poliéster, algodón o lana sobre la vida sexual de las ratas, mientras que el de Medicina fue para otro trabajo en el que se concluye que si te pica el hombro izquierdo, por ejemplo, se alivia el picor si te rascas el hombro derecho mientras te miras en un espejo. Lo acabo de probar y no lo tengo del todo claro, pero en fin...

Sin embargo, dejo esas impresionantes investigaciones para futuros posts, puesto que en esta ocasión he querido recordar un invento que obtuvo su IgNobel Se concedió a los inventores de un sujetador femenino que, en caso de necesidad, puede convertirse en una mascarilla. O mejor dicho, en dos mascarillas, para poder pasarle una a la persona que la mujer tiene al lado.

Esa espectacular invención fue ideada por Elena Bodnar, Raphael Lee y Sandra Marijan, tres vecinos de Chicago tal vez preocupados por posibles ataques bioterroristas, que lo patentaron en Estados Unidos (número 7255627). En la información de la oficina de patentes se indica que la prenda íntima puede convertirse en una o dos mascarillas, pues cada copa del sujetador contiene secciones desmontables en las que hay un filtro que impide la inhalación de partículas peligrosas, y los tirantes de la prenda pueden utilizarse a modo de goma elástica.

"¿Acaso no es maravilloso que las mujeres tengamos dos pechos en vez de uno? Así no solo podemos salvar nuestra vida, sino también la del hombre que nosotras elijamos", declaró Elena Bodnar cuando recogió el IgNobel en la ceremonia de aquel año, acompañada de algunos miembros del jurado –profesores de Harvard que en su día obtuvieron el auténtico Premio Nobel- con el “sostén-mascarilla” puesto.

Gracias a este artilugio, en caso de emergencia, siempre será posible que una generosa dama se quité el sostén y nos dé la mitad convertida en ingeniosa mascarilla para salvarnos la vida. Aunque pensando en el tamaño del busto de algunas féminas como Dolly Parton –es la que se me viene a la cabeza ahora mismo-, habría casos en que puede emplearse hasta de capucha.

En cualquier caso, que sepáis que el sujetador mascarilla se comercializa ya desde hace tiempo como Ebbra a través de su propia web, está disponible en diferentes tallas –aunque eso no parece tener mucha importancia en situaciones de emergencia vital-, solamente se vende de color rojo y su precio es de 29,99 dólares.

No solo eso. También hay una versión –el Rad Emergency Bra- que incorpora un sensor de radiación en el lacito donde se unen las dos copas del sujetador, solo por 49,99 dólares. Y prometen añadir otros tipos de sensores –químicos o biológicos- en futuros modelos.

Está claro que la imaginación no tiene límites a la hora de buscar la forma de ganarse las habichuelas. Aunque podría haber sido peor: se les podría haber ocurrido utilizar otros tipos de prendas íntimas.

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