martes, 5 de julio de 2016

Genitales del arte clásico

Hace unas semanas me llamó la atención un artículo publicado en La Vanguardia en el que se explicaba por qué las esculturas masculinas del arte clásico, y por extensión del Renacimiento, tienen un pene de tamaño más reducido de lo que cabría esperar de musculados efebos y dioses.

Nada que ver con los esteroides. La explicación la proporcionaba un erudito de la Universidad de Harvard llamado Andrew Lear, quien sostiene que en la Grecia Clásica se asociaba un miembro viril pequeño y flácido con la moderación y el autocontrol, virtudes que por aquel entonces formaban parte del ideal de masculinidad.

Por el contrario, las representaciones de penes grandes y erectos correspondían a borrachos, depravados, sátiros y demás fauna, además del dios Príapo, a quien se mostraba siempre con una sempiterna erección. Hay que puntualizar que se trataba de un dios menor asociado a la fertilidad y que era adorado como protector de los rebaños de cabras y ovejas... Ejem. Dejémoslo ahí.

Andrew Lear también apoya sus opiniones en las ‘Nubes’ de Aristófanes, comedia donde un largo falo, junto con una “complexión pálida”, un “tórax estrecho” y una “gran lascivia”, formaba parte de las descripciones de los deshonrosos jóvenes que no se acercan ni de lejos al ideal atlético que tenían los griegos.

Al margen del tamaño del pene, aunque estén bien cerca, la lectura de ese artículo me recordó una investigación sobre los testículos de las estatuas griegas que comenté en mi libro en su día y que recupero en este post.

Muchos pensaréis que el tamaño de los dos testículos de los mamíferos no es distinto entre sí, pero sería una afirmación poco precisa, a tenor de los resultados de ciertas investigaciones. Por ejemplo, hace más de medio siglo se publicó en el Journal of Anatomy (1960;94:543-548) un estudio sobre la asimetría del escroto humano. El Dr. Chang, principal autor, demostró que los individuos diestros tienden a tener el testículo derecho más alto que el izquierdo, y sucede exactamente lo contrario con los zurdos.

Podría pensarse que este interesante fenómeno se debe a que el testículo izquierdo de los diestros pesa más... Pues no. Resulta que el mismo equipo investigó esta cuestión en varios cadáveres para concluir que el huevo que más pesa es precisamente el que se encuentra más elevado. Curioso, ¿no?

Para profundizar en el tema, el Dr. Chris McMannus, del University College London, aprovechó sus vacaciones italianas de 1976, cuando aún era estudiante de medicina, para tomar medidas de los testículos de 107 esculturas clásicas de hombres desnudos. Su estudio de campo confirmó parcialmente los resultados de investigaciones anteriores, demostrando que incluso en el arte clásico el testículo derecho se encuentra elevado respecto al izquierdo. Sin embargo, apuntaba que los escultores cometían el error de representar el más bajo de mayor tamaño.

¿Por qué los artistas clásicos representaban el testículo derecho más alto que el izquierdo? No se sabe bien, pero hay teorías. McMannus pensó que podía reflejar simplemente una observación precisa de la naturaleza. Pero también podría considerarse algo simbólico, pues los antiguos griegos asociaban el lado derecho a la masculinidad y el izquierdo a la feminidad, hasta el punto de creer que los niños se engendraban con el testículo derecho y las niñas con el izquierdo.

Para rematar este artículo, vuelvo al tema de los penes, pero con un estudio que, al contrario de lo que opinaban los griegos antiguos, explica los gustos y preferencias del órgano genital masculino a ojos de mujeres de hoy en día.

Publicado en ‘PLoS ONE’ el año pasado (PLoS ONE 2015;Sep 2;10(9):e0133079), sus autores comentaban que los estudios realizados para conocer los gustos femeninos por los genitales masculinos se han basado generalmente en mostrarles flácidas fotografías bidimensionales. Sin embargo, su investigación les mostró modelos en 3D de vergas erectas de distintos tamaños y formas, concretamente 33 modelos tridimensionales que podían palpar sin rubor. Participaron 75 féminas, reclutadas en el campus de la Universidad de California, en Los Ángeles, que ejercieron de jueces.

Entre las conclusiones destaca que las medidas de longitud y circunferencia que les gustaría para una pareja sexual de una sola noche (16,3 cm de largo y 12,7 cm de grosor) son ligeramente mayores que las preferidas para una relación a largo plazo (16 cm y 12,2 cm, respectivamente), medidas que son algo más elevadas que la media, pero tampoco desmesuradas, puesto que según los datos que manejan los investigadores de este estudio, la media norteamericana es de 15,2 cm de longitud y 12 de circunferencia.

Ahora no es cuestión de que saquéis el metro o la regla para hacer comparaciones. En definitiva, lo que nos cuenta este estudio es que a las universitarias californianas no les van los diminutos atributos de las estatuas clásicas ni renacentistas, pero tampoco sueñan con la magnificencia del dios Príapo, ni siquiera de Nacho Vidal, aunque fuera para una sola noche.


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