Año
tras año el Informe PISA concluye que el nivel en las áreas de ciencias de los
estudiantes españoles de enseñanza secundaria es bastante deficitario en
comparación con la media de países de nuestro entorno analizados.
Reflexionando
sobre este tema, uno no puede dejar de sorprenderse si lee un titular que reza:
"Los monos realizan operaciones aritméticas tan bien como los alumnos de
primeros ciclos universitarios". ¿Tan mal está la cosa? ¿Tan bajo hemos
caído? ¿Llegaremos a ver primates dominando el mundo como le sucedió a Charlton
Heston en El planeta de los simios?
(Impagable aquello de “¡Lo habéis destruido todo! ¡Yo os maldigo!”)
Bueno,
vamos a aclarar las cosas. El artículo, que es de hace unos cuantos años, se
refería a un experimento llevado a cabo en Estados Unidos y no pretendía tanto
criticar el nivel de cálculo de los estudiantes como demostrar que los primates
también tienen aptitudes para hacer sumas mentales. Además, no se centraba en
los que consideramos más inteligentes y cercanos al ser humano, como los
chimpancés, los gorilas o los orangutanes, sino en los macacos rhesus.
El
experimento, llevado a cabo por la profesora Elizabeth Brannon, del Centro para la Neurociencia Cognitiva de Duke,
y la estudiante graduada Jessica Cantlon, publicado en PLoS Biology (PLoS
Biol 5(12): e328 doi:10.1371/journal.pbio.0050328), parece uno de esos
concursos televisivos donde los adultos competían en conocimientos con alumnos
de primaria –casi siempre quedando los primeros en evidencia-, solo que
enfrentando especies animales distintas, es decir, Homo sapiens versus macaco.
Según
Jesicca Cantlon, se sabe que los animales pueden reconocer cantidades, pero
existía poca evidencia acerca de su capacidad para realizar operaciones
matemáticas explícitas. El método utilizado fue situar a los macacos ante una
pantalla táctil que les mostraba una cantidad variable de puntos. A
continuación aparecía otra cantidad. Y después se veían en pantalla dos cajas,
una con la suma correcta de los puntos que habían aparecido anteriormente y
otra con una suma incorrecta. En el caso de que los animales tocaran la caja
con la cantidad correcta eran recompensados.
Exactamente
la misma prueba se hizo con un grupo de estudiantes a los que se pidió que la
realizaran sin contar los puntos, sino más o menos "a ojo de buen
cubero". Los chicos lo hicieron bien el 94% de las veces y los macacos el
76%. El tiempo medio de respuesta tanto para los humanos como para los macacos
fue de un segundo.
Evidentemente,
cuando en las dos cajas que mostraban la posible solución la diferencia de
puntos era muy estrecha (por ejemplo, 11 en una y 12 en otra), los monos y los
no monos tardaban más tiempo en decidirse y cometían más errores, un parámetro
que las autoras llaman efecto ratio y que fue el mismo para las dos especies de
"concursantes".
En su
día uno podía autoevaluarse conectándose por internet al laboratorio de la profesora
Brannon –ahora en la Universidad de Pennsylvania- y hacer exámenes
similares a los realizados con los macacos. No te daban ninguna banana como
recompensa pero uno podía llegar a sentirse satisfecho con su capacidad de
cálculo mental
De los
resultados obtenidos la pareja de investigadoras dedujo que macacos y humanos
compartimos la capacidad para hacer sumas mentales, una habilidad que puede ser
parte de nuestro pasado evolutivo común. Afortunadamente, en el estudio los
humanos no salimos demasiado mal parados. Es posible que los estudiantes que
participaron en el experimento estuvieran bien elegidos. Lo más preocupante
sería que los macacos nos hubieran ganado por goleada, aunque ya veremos cómo
nos va en el caso de tener que enfrentarnos con los chimpancés.
En
cualquier caso, debemos sentirnos orgullosos de tener unos primos tan
inteligentes. Tal como dijo Jovellanos: "La enseñanza es un noble empeño
que tiene por objeto ilustrar a los hombres para hacerlos mejores y más
dichosos". A partir de ahora tal vez podamos decir lo mismo de los
primates.
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