jueves, 14 de abril de 2016

El potencial afrodisíaco de la sandía y otros asuntos libidinosos

"Cuanto más estudiamos la sandía, más nos damos cuenta de lo impresionante que es una fruta para proporcionar estimuladores naturales al cuerpo humano".

Son palabras del Dr. Bhimu Patil, el individuo de la foto, que es director del Texas A&M's Fruit and Vegetable Improvement Center (Estados Unidos) y principal autor de una investigación del año 2008 en la que concluyó que ciertos componentes de la sandía ejercen efectos sobre los vasos sanguíneos similares a los del sildenafilo, el principio activo de Viagra.

En consecuencia, según su estudio, el consumo del fruto pepónide de esta curcubitácea puede ser beneficioso para preservar la potencia sexual masculina e incluso para incrementar la líbido.

Explica que los ingredientes beneficiosos de la sandía y otras frutas son los fitonutrientes, sustancias bioactivas que reaccionan con nuestro organismo ejerciendo efectos saludables. Y la clave reside en la citrulina, que entre otras propiedades destaca por su capacidad para relajar los vasos sanguíneos.

El Dr. Patil comentaba que cuando uno come sandía, la citrulina se convierte en arginina, un aminoácido que "hace maravillas" en el corazón. Por lo visto, más abajo también. De hecho, estimula la producción de óxido nítrico, sustancia que, a través de la relajación de los vasos, comparte un mecanismo de acción similar al del sildenafilo. "La sandía no es tan específica sobre el órgano como Viagra –apuntaba el investigador-, pero constituye una forma genial de relajar los vasos sin efectos secundarios". Además, fresquita y en verano, entra la mar de bien, habría que añadir.

No obstante, si lo que uno quiere es prevenir la disfunción eréctil, una de las mejores formas –y más placenteras- es tener relaciones sexuales a menudo.

También esa afirmación procede de un estudio de 2008 publicado en el American Journal of Medicine (2008;121:592-596) por investigadores finlandeses del Hospital Universitario de Tampere. Se trataba de una investigación realizada sobre una muestra de 989 hombres de 55 a 75 años de edad. Su principal resultado fue que mantener relaciones sexuales menos de una vez por semana al inicio del estudio duplicó las probabilidades de acabar siendo impotente respecto a aquellos que lo hacían con mayor frecuencia.

Expresándolo en cifras, la incidencia de la disfunción eréctil se situó en 79 casos por cada 1.000 varones que declararon practicar el sexo con una frecuencia inferior a una vez por semana cuando el estudio comenzó. Entre los que lo hacían una vez a la semana –sin especificar si en viernes o sábado por la noche-, la tasa fue de 32 casos por 1.000. Y entre aquellos machotes que mantenían relaciones tres o más veces semanalmente solo se registraron, al cabo de los cinco años que duró el estudio, 16 casos de impotencia por cada 1.000.

Lo que parece claro es que, igual que tocar el piano o escribir a máquina, la práctica y la dedicación lo es todo, y que el organismo, como cualquier músculo, hay que ejercitarlo para mantenerlo en forma. Y si es con una buena tajada de sandía, mejor.


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