Como mañana es el Día Universal del Niño, vamos a dedicar
este post a los más enanos de la casa. Normalmente el nacimiento de niños
varones es similar al de niñas, incluso se considera que en situaciones de
normalidad la balanza se inclina muy levemente del lado de los niños. Sin
embargo, algunos estudiosos han encontrado que en algunas situaciones
especiales en una zona determinada nacen más niñas de lo que sería normal o
viceversa.
Por ejemplo, ¿sabíais que después de un terremoto suele
haber una mayor natalidad de niñas? Se trata de un fenómeno que se ha estudiado
en varias ocasiones y cuya causa sigue siendo misterio. Investigadores daneses
publicaron haber comprobado que los desastres naturales, como los terremotos o
las inundaciones, ocasionan un descenso del nacimiento de niños varones (BMJ 1999;319:548-549) al
cabo de nueve meses.
También lo hicieron científicos japoneses tras el seísmo que
tuvo lugar en la ciudad de Kobe en enero de 1995 (Human
Reproduction 1998;13:2321-2322). Observaron que a los nueve meses de
la catástrofe había nacido un porcentaje de hembras superior a lo que sería
normal, al tiempo que la fertilidad de la población disminuyó en un 6%
aproximadamente. En opinión de los autores, hipótesis que comparten en cierto
modo con los daneses del artículo anterior, estos desastres influyen de algún
modo en el organismo humano, seguramente desencadenando una situación de estrés
agudo que acaba perjudicando el nacimiento de niños varones, aunque no se sabe
por qué.
Cambiando de tercio, todos recordamos aquel 11 de julio de
2010, cuando Andrés Iniesta dio una alegría a millones de españoles al marcar
el chicharro más trascendente de la historia de la selección. Fue en
Johannesburgo y contra Holanda.
Traigo esto a colación porque parece que el Mundial de
Fútbol de Sudáfrica también influyó determinantemente en el llamado índice de
masculinidad o ‘sex ratio’, que es la expresión en tanto por ciento de la
diferencia numérica entre hombres y mujeres en un territorio concreto.
No ocurrió en España sino en Sudáfrica. Difícilmente
podríamos calificar un Mundial como desastre natural y, de hecho, el efecto fue
opuesto a lo que sucede tras un terremoto, ya que a los nueve meses del
‘iniestazo’ nacieron allí más niños que niñas.
Lo han descubierto los científicos Gwinyai Masukame y Victor
Grech, que han publicado este mismo mes su curioso estudio en la revista ‘Early
Human Development’. Decidieron investigar si el Mundial afectaba de algún
modo al índice de masculinidad como ocurre con los terremotos. Así que recogieron
los datos estadísticos de los niños nacidos al cabo de nueve meses, entre
febrero y marzo de 2011, lo analizaron todo y comprobaron que ese índice era el
más alto registrado durante todo el periodo transcurrido entre 2003 y 2012. Es
decir, que nacieron más niños varones de lo habitual. La diferencia no es muy
grande, puesto que el índice era de 0,5063, pero sí que alcanza eso que los
científicos llaman significación estadística. Expresada en cifras absolutas en
una población como la de Sudáfrica, significa que nacieron unos 1.000 niños
varones más de lo esperado. Y evidentemente, 1.000 niñas menos.
“El principal mecanismo implicado en este aumento del índice
de masculinidad en Sudáfrica es probablemente una mayor frecuencia de
relaciones sexuales entre la población durante el torneo”, escriben en sus
conclusiones. Lo que no explican es si era por las alegrías que les dio su
selección nacional –que no fueron muchas, precisamente, porque solamente cosechó
una victoria y un empate que no le sirvieron para superar la primera fase- o
más bien por aquello de “¡Donde esté una buena corrida que se quite el fútbol!”.
“¡Joder, y hasta los toros!”
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